20 de septiembre de 2005

¿Qué he hecho?

Con mi frente reclinada en tu costado,
con la mente y las miradas recogidas,
con los labios en la hiel de tus heridas,
con dolor y con amor casi infinito,
Dueño mío, mi JESUS Crucificado,
yo medito,
yo medito en un misterio tan profundo,
que sorprende y martiriza
y anonada a las almas que te quieren en el mundo:
Si hace diecinueve siglos que viniste,
y con tu vida y doctrina,
el camino nos abriste para una dicha divina...
Si hace diecinueve siglos te ofreciste como Manjar, como Amigo,
para que en el mundo triste los hombres vivan contigo...
Si hace diecinueve siglos que moriste,
y a los hombres redimiste,
¡a todos, Dueño querido, con tu Cruz, con tu agonía!
¿por qué,
por qué todavía quedan más de mil millones entre sombras y aflicciones,
que ni siquiera han oído que viniste?
¡Gran misterio, CRISTO Santo!
Tu respuesta yo demando humildemente,
con mi frente agobiada de dolor,
sobre tu pecho...
y JESÚS me respondía:
“Hijo mío, para que esas pobres almas me conozcan,
me adoren y me quieran, ¿tú, qué has hecho?”...

No hay comentarios.: