22 de septiembre de 2005

Querida patria

Una vez, descansando en el Manzano histórico, escuché responder a un conocido, tras la pregunta "¿cuán significativo es este manzano?", que ese árbol era más importante que la Virgen María.

No pude hacer menos que levantarme e irme... (en ese orden).

A lo largo de mi ¿corta? vida, me he topado con numerosos personajes de tales características.

Su primer valor: LA PATRIA.
Su segundo valor: ........ ¿hay otro? Porque Dios deja de ser un valor (EL VALOR, si es que se me permite tal atributo), y pasa a ser un medio. Un medio que ayude y sostenga el "dios" PATRIA.

Es triste...

Quiero a mi patria, que es la que me ha cobijado, la que me ha alegrado y por la que también he sufrido. Pero no me lo imaginé nunca a Dios diciendo: "Bueno, muchachos, del paralelo 23 para allá es el país A y para este otro lado el B"... "la gente del A, por favor, trate de odiar y dominar a B y los de B otro tanto con A"... y no sé qué cantidad de yerbas habrán aspirado estos simpáticos personajes para imaginar vaya uno a saber qué cosas. Y por supuesto, también ese honorable patriotismo se traslada a la forma de vestir, por lo que si te ven con corbata o con jean (o en el peor de los casos con ambas) te rotulan, como mínimo, de traidor a la patria.

A toda esta mediocre introducción me impulsó el siguiente fragmentito de C. Lewis en su "Cartas del diablo a su sobrino", en el que un diablo le aconseja a su sobrino (otro diablo) cómo ganar adeptos (humanos) para el fuego eterno :

"Adopte lo que sea, tu principal misión será la misma. Déjale empezar por considerar el patriotismo o el pacifismo como parte de su religión. Después déjale, bajo el influjo de un espíritu partidista, llegar a considerarlo la parte más importante. Luego, suave y gradualmente, guíale hasta la fase en la que la religión se convierte en meramente parte de la "Causa", en la que el cristianismo se valora primordialmente a causa de las excelentes razones a, favor del esfuerzo bélico inglés o del pacifismo que puede suministrar. La actitud de la que debes guardarte es aquella en la que los asuntos materiales son tratados primariamente como materia de obediencia. Una vez que hayas hecho del mundo un fin, y de la fe un medio, ya casi has vencido a tu hombre, e
importa muy poco qué clase de fin mundano persiga. Con tal de que los mítines, panfletos, políticas, movimientos, causas y cruzadas le importen más que las oraciones, los sacramentos y la caridad, será nuestro; y cuanto más "religioso" (en ese sentido), más seguramente nuestro."

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